Después de más de dos horas de retraso, la Conmebol decidió suspender la final de vuelta de la Copa Libertadores entre Boca Juniors y River Plate.

El Presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, anunció que el partido se jugará este domingo a las 3 de la tarde, hora colombiana. 

No obstante, se debe criticar la actitud de la Conmebol, pese a que Domínguez quiso mostrar un respaldo a los jugadores. El partido se tuvo que suspender de manera inmediata y no anunciar tres horarios posteriores para que se jugara el cotejo. 

La Conmebol volvió a mostrar inoperancia y poca rectitud en sus decisiones. Dilató todo el asunto por mucho tiempo y quiso que el partido se jugara, pese al bochornoso incidente. 

De hecho, el jugador de Boca Juniors, Carlos Tevez denunció que "los estaban presionando" para que jugaran el partido. 

"Quiero felicitar a los presidentes de los clubes que tuvieron un pacto de caballeros", afirmó Domínguez a los medios de comunicación. 

"El partido se jugará mañana a las 17 horas de Argentina (3 de la tarde de Colombia), con público", agregó. 

Lo que queda claro es que, de no ser por los directivos de los equipos, el partido se hubiera jugado sin importar las consecuencias. Incluso, con una 'batalla campal' afuera del estadio entre hinchas de River y la Policía. 

"Esto no es una guerra. Esto es fútbol. En un principio estaban dadas las condiciones, pero los dos equipos llegaron a un acuerdo y la organización está para apoyar y no exigir", expresó Domínguez. 

Su última afirmación comprueba que la organización estaba dispuesta a que la final se llevara a cabo. 

El descontrol en Argentina es total. De hecho, el presidente de River Plate, Rodolfo D'Onofrio, fue víctima de una estampida de hinchas en medio de una entrevista con Fox Sports. Los incidentes en el estadio siguen después de la suspensión.